El mundo despide hoy al Papa Francisco, nacido Jorge Mario Bergoglio, quien falleció este lunes a las 7:35 h en su residencia de la Casa Santa Marta a los 88 años. Su partida marca el fin de un pontificado profundamente reformador y humano, caracterizado por una fuerte voluntad de transformación de la Iglesia y una dedicación inquebrantable a los más vulnerables.
Pero detrás del líder espiritual que cambió el rumbo de la Iglesia Católica, encontramos una historia familiar rica y profundamente ligada a los grandes movimientos migratorios del siglo XX.
El Papa Francisco fue el primer pontífice latinoamericano y también el primero en pertenecer a la Compañía de Jesús. Nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936, en el seno de una familia de inmigrantes italianos. Su historia genealógica refleja la de tantos argentinos con raíces europeas, tejida entre la tradición católica, el trabajo humilde y la búsqueda de nuevas oportunidades en tierras lejanas.
Sus abuelos paternos, Giovanni Bergoglio y Rosa Margherita Vasallo, nacieron a fines del siglo XIX en Turín, en la región del Piamonte, al norte de Italia. Como muchos otros italianos de su época, emigraron a Argentina, huyendo de las dificultades económicas y en busca de un futuro mejor. Fue allí donde la familia se estableció y creció, manteniendo vivas sus tradiciones italianas mientras abrazaban su nueva identidad argentina.
El padre del Papa, Mario José Bergoglio, nació en Argentina y trabajó como contador. Se casó con Regina María Sívori, también de ascendencia italiana, nacida en Buenos Aires en una familia profundamente católica. Esta combinación de herencia piamontesa y fe criolla fue el caldo de cultivo del que surgió Jorge Mario, el joven que años después sería llamado a liderar a más de mil millones de fieles.
Desde sus días como seminarista en Villa Devoto hasta su ingreso en la Compañía de Jesús, pasando por su labor pastoral en barrios humildes de Buenos Aires, la biografía de Francisco siempre estuvo cruzada por una clara misión de servicio. Su salud, sin embargo, fue una lucha constante. Desde joven convivió con problemas respiratorios tras la extirpación de parte de un pulmón, y en los últimos años su estado físico se deterioró visiblemente.
A pesar de todo, su energía y compromiso no flaquearon. Incluso hospitalizado, continuó en contacto con comunidades en crisis, como la parroquia católica en Gaza, a la que llamaba diariamente desde la clínica. Su muerte llega tras meses de complicaciones médicas, incluyendo infecciones respiratorias, una intervención por hernia abdominal y una progresiva pérdida de fuerzas que lo alejó de varias celebraciones públicas.
La vida del Papa Francisco nos recuerda que detrás de cada gran figura histórica hay una red de orígenes, historias familiares, migraciones y valores transmitidos de generación en generación. En su caso, la genealogía no es solo un dato biográfico, sino una clave para entender su sensibilidad hacia los marginados, su cercanía con los pueblos migrantes y su compromiso con la justicia social.
Hoy, al despedirnos de Jorge Mario Bergoglio, celebramos no solo al Papa Francisco, sino al hijo de inmigrantes que, con humildad y coraje, escribió una de las páginas más importantes de la Iglesia moderna. Su árbol genealógico es también el árbol de muchos: un puente entre continentes, culturas y generaciones.